martes, 8 de marzo de 2011

La Casa Cuna figura en la trama de adopciones ilegales

Santa Cruz


La ONG Prodefensa Infancia Desprotegida viajará hasta la Isla para cerrar la recogida de denuncias. La exsuperiora del centro sor Juana Alonso niega las acusaciones







La Casa Cuna, en Santa Cruz de Tenerife.
La Casa Cuna, en Santa Cruz de Tenerife.  manuel lérida
SOL RINCÓN BOROBIA 

El cerco en torno a la Casa Cuna de Santa Cruz de Tenerife se cierra cada vez más. Si en julio del año pasado se hicieron públicos los presuntos abusos sexuales que sufrieron durante años varios menores acogidos en ese centro, ahora surge de nuevo el caso de las presuntas adopciones ilegales que llevan investigando a nivel nacional varios colectivos desde hace tiempo, uno de los cuales dará un paso definitivo en breve.

Se trata de la ONG Prodefensa Infancia Desprotegida (Prodid), que tiene previsto viajar hasta Tenerife para terminar con el proceso de recogida de denuncias abierto hace un año y entregarlas a la Audiencia Nacional.

Su presidente, Antonio Toscano Marqués, explicó ayer que de las 200 denuncias que ya tienen, un centenar son por casos de adopciones ilegales realizadas entre los años 50 y 70 desde la Casa Cuna. El resto son relativas a malos tratos y abusos. Esta ONG, que actúa de forma altruista, tiene a su disposición un equipo de profesionales, como abogados y psicólogos, convencidos de que en ese centro de acogida santacrucero se han violado los derechos de los niños.

Varios testimonios de personas que pasaron su infancia en la Casa Cuna de Santa Cruz coinciden en que las irregularidades que denuncian e investigan comenzaron en el momento en que fueron sacados del hospital nada más nacer y llevados al citado centro.
Una de ellas, que prefiere guardar el anonimato, narra que a las madres solteras y a las que no tenían suficientes recursos económicos se les arrebataba "de forma canallesca" a sus hijos recién nacidos y se los llevaban al torno. Llamaban el torno a una abertura que había en la fachada de la Casa Cuna para que la gente pudiera meter por ella a los bebés sin tener que hablar con nadie y, de esta forma, preservar su identidad.

Esta víctima, que fue llevada al centro a los dos días de haber nacido, en el año 1954, fue separada de su madre por ser una mujer soltera. A los nueve años fue dado en adopción, pero la familia adoptiva lo devolvió transcurrido un año. Cuando se le pregunta por la legalidad de esta adopción responde: "¿Cómo puede ser legal cuando ya hay irregularidades desde que te separan de la madre?" Y entonces explica el proceso desde que los niños eran sacados del hospital; normalmente, los niños depositados en el torno eran bautizados a los pocos días de llegar, independientemente de si habían sido bautizados antes. Según esta persona, eran las propias empleadas de la Casa Cuna las que llevaban a los bebés a la iglesia más cercana, donde el cura les administraba el sacramento del bautismo a los recién nacidos, algunos de los que ni siquiera tenían ficha de nacimiento que certificara su identidad. Después, el director del centro, que entonces era Bernardo Acuña Dorta, ya fallecido, inscribía a los niños en el registro civil con los datos que él aportaba.

Más casos

Otra persona de Tenerife, que tampoco quiere dar su nombre, investiga en estos momentos qué fue de su tío, llevado a la Casa Cuna en 1952 y presuntamente fallecido en 1953. Sospecha que no murió, al menos no en 1953. En los juzgados de Santa Cruz de Tenerife consta que falleció el 29 de enero, pero en la Casa Cuna le certifican que fue el 30 de enero. Además, en el cementerio de Santa Lastenia quedó registrado que el cuerpo del bebé entró el 3 de febrero (varios días después de muerto) y fue enterrado en una fosa común.

Antonio Toscano concreta que la ONG ha localizado a 20 personas que fueron adoptadas "de forma irregular" en la Casa Cuna y llevadas a Gran Canaria. Cuatro de ellas tienen tres partidas de nacimiento diferentes. Lo mismo que Liberia Hernández, nacida en Arafo hace 56 años, llevada a la Casa Cuna porque su madre biológica, tras quedarse viuda, no tenía recursos para criarla. Sor María Soler fue la monja que la sacó del centro cuando tenía ocho años y la llevó a Alcoi (Valencia), donde le cambiaron el nombre. Así, dejó de llamarse Liberia Hernández Rodríguez y pasó a ser María Nácher Guerola a fuerza de golpes.

A Liberia la maltrataron en aquella casa. No la querían como a una hija, sino como a una criada que debía cuidar de sus padres adoptivos cuando fueran mayores. Un día, llena de moratones y arañazos fue a la Policía para denunciarlos, pero no recibió socorro ni se le tomó en serio.

Esta tinerfeña de corazón, a la que nunca se le olvidó su tierra y que confiesa que siempre sintió un "vínculo asombroso" con Tenerife a pesar de vivir en Valencia, quiere ahora localizar a los niños que, como ella, fueron sacados de la Casa Cuna y llevados a la Península. Además, aclara que ni ella ni las demás víctimas buscan compensación económica, ni venganza, ni quieren condenar al Cabildo de Tenerife -responsable de la Casa Cuna y una de las instituciones que más impedimentos les pone a la hora de investigar- sino que lo que desean es justicia moral y, sobre todo, averiguar la identidad real y el paradero de los niños y niñas que fueron dados a familias de forma irregular.

Y, desde el punto de vista personal, Liberia quiere hablar con sor María Soler, la monja que la arrastró hasta Valencia para hacer un favor a sus familiares (los padres adoptivos de esta tinerfeña), los cuales -sospecha-pagaron a la Casa Cuna por adoptarla. También quiere tener una charla con sor Juana Alonso, que fue la superiora de ese centro desde 1951 hasta 1970.

A las dos les diría lo mal que lo pasó dentro y fuera de la Casa Cuna, el daño que le hicieron al separarla de su madre (con la que se reencontró en 1986), los maltratos que sufrió. Todo su drama. El año en que volvió a ver a su madre, Liberia pudo hablar con Bernardo Acuña Dorta, el que fue director del centro. Se limitó a echar la culpa a las monjas.

La negación

Sor Juana Alonso vive ahora en Sevilla. Lleva años defendiendo su gestión en la Casa Cuna. Ayer volvió a insistir en que las acusaciones son falsas; que mientras ella cuidó de las niñas (los niños dejaban de ser responsabilidad de las religiosas a los 9 años para estar bajo el control de los salesianos) sólo se dio en adopción a aquellas que ya no tenían conexión alguna con sus madres. "Entonces, la ley decía que los niños no podían ser dados en adopción hasta los tres años. Pasados esos años, si no eran reclamados por las madres, se podían iniciar los procesos de adopción", explica.

La monja asegura que se cuidaba muy bien a las niñas y que nunca negaron a las madres el derecho de ver o recuperar a sus hijos. "Yo no me siento responsable de haber engañado a nadie", afirma. Insiste en que su cometido era dar a esas niñas una familia y, a las que no, les ofrecían la posibilidad de estudiar o, si no valían para eso, de trabajar. "Era muy bonito. Incluso celebramos seis bodas de niñas que no tenían familias. Les ayudamos a mantener sus noviazgos y hacer las maletitas para la luna de miel".

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ABC.es


1 comentario:

  1. Hola desmemoriado, sobre esto hay mucho que hablar, no es como se ha pintado en este reportaje parcial y hay mucha información erronea

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