miércoles, 2 de marzo de 2011

Cabos sueltos El relativismo es lo contrario del absolutismo

02/03/2011
 El Plural / Artículos de opinión

  • ENRIC SOPENA

    02/03/2011




El cardenal Antonio María Rouco Varela ha sido cooptado –que no elegido democráticamente- y continuará siendo presidente de la Conferencia Episcopal Española. Como está a punto de cumplir 75 años, que es la edad de jubilación de los obispos, todo indica que el Papa, Benedicto XVI, le prorrogará en el cargo.
En la Iglesia católica la democracia está formalmente abolida y los jerarcas tienen bula, faltaría más, para determinados privilegios. La cúpula del catolicismo es así. No deja de ser curioso, por ejemplo, que quienes no pueden casarse y crear una familia se pasen el día predicando las bondades de las familias cristianas o tradicionales.

Demasiados intentos
También es significativo que, en el año 2011, en pleno siglo XXI, cuando hasta los ciudadanos de los países árabes, hartos ya de esclavitud encubierta, han salido a la calle, jugándose la vida para reivindicar la libertad y los derechos humanos -que son la base de la democracia-, los cardenales, arzobispos, obispos, párrocos y clero de a pie sigan con sus vetustas costumbres y normas de un pasado por lo general siniestro. No es la Iglesia católica, por cierto, un modelo histórico como institución. Ha habido demasiados intentos -lamentablemente conseguidos- de traicionar el mensaje de Jesús de Nazaret.

Casi todo es malo 
Rouco, en su discurso de veterano jefe de la Iglesia católica española, ha vuelto por sus fueros. Para este alto funcionario del cristianismo casi nada es bueno; casi todo es malo. No es la suya una reflexión para la esperanza, sino para la amargura, para el miedo o el tremendismo. Ha insistido en su condena a las familias monoparentales y a los matrimonios homosexuales.

Lista de pecados
Este profesional de las desgracias y los cataclismos ha incorporado a la lista de los pecados “las redes sociales” porque propician “un estilo de vida virtual”. Resulta habitual en la Iglesia católica que sus dirigentes siempre refunfuñen o protesten indignados ante cualquier avance de todo tipo. Desde el Internet a los condones y otros anticonceptivos, sin ir más lejos. La lista del rechazo eclesiástico a los avances sociales, científicos, culturales, políticos e ideológicos es tan interminable como insoportable.

Enemigo público número 
En primera línea -en esa lista- emerge el relativismo, que lo presenta la jerarquía católica, como si fuera el enemigo público número 1. No dijo Rouco, respecto a los jóvenes, que muchos de ellos, muchísimos, están sin trabajo y sin futuro personal, lo que es gravísimo y debe erradicarse de una vez. Tampoco subrayó que tienen no pocos jóvenes unos vínculos laborales cogidos con alfileres. Pero lo que les preocupa a los Rouco y compañía es que los jóvenes anden “particularmente expuestos a la influencia desorientadora del relativismo”.

Brutalidad estremecedora
¿Por qué persiguen los curas y sus superiores al relativismo? Porque el relativismo es lo contrario del absolutismo. Ese absolutismo fue gigantesco a los largo de cientos y cientos de siglos y algunas de sus secuelas permanecen en la actualidad. La libertad de pensamiento, la libertad de conciencia y cualquier otra libertad de los seres humanos podían provocar actuaciones de la Santa Inquisición de una brutalidad estremecedora.

Carcajada y cinismo
En fin, la alusión de Rouco a la política fue de carcajada por su cinismo. Sentenció el cardenal de Madrid: “No tengo política ninguna, ni mediática, ni no mediática”. Por lo visto, Rouco ni escucha la COPE ni lee el panfleto de su Archidiócesis, llamado Alfa y Omega y encartado semanalmente en ABC. Pues bien, esto sí es política mediática, monseñor y a favor de la derecha. Y no mienta, que es pecado. 

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM

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