jueves, 31 de marzo de 2011

El portavoz de la versión de ETA

Mariano Rajoy se ha quitado la máscara de la moderación en la política antiterrorista y ha regresado al discurso ultra que le hizo perder las elecciones generales de 2008. Igual que en materia de corrupción se ha rendido ante los desmanes y golferías de Francisco Camps, en el tema de ETA ha capitulado ante el discurso mentiroso de Mayor Oreja. Cabe suponer que el presidente del PP tendrá sus razones, pero estaría bien que se las explicara a los españoles (y de paso podría aclarar por qué hizo campaña en el barco de un conocido clan de narcos gallegos).
Todos los gobiernos españoles de la democracia negociaron con ETA y todos tenían un único objetivo: debilitar a los terroristas y conseguir la paz. Y ello incluye por supuesto al Ejecutivo de aquel José María Aznar que definió a la banda como Movimiento Vasco de Liberación y que envió a Suiza a unos negociadores que saludaron a los terroristas con la siguiente declaración de intenciones: “No venimos a la derrota de ETA”.
En el comportamiento y en las intenciones de los gobiernos no ha habido grandes diferencias, pero sí en la actitud de la oposición. Cuando gobernaba Aznar, el PSOE respaldó siempre sus decisiones sobre ETA e incluso propuso y firmó el Pacto Antiterrorista. Con Rajoy en la oposición, en cambio, el PP ha utilizado de forma sistemática la lucha contra el terrorismo para intentar ganar votos. Y en esa carrera alocada ayer cruzó la última línea roja: utilizó el Congreso para convertirse en portavoz de la versión de ETA sobre el proceso de paz.

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