El Plural / Artículos de opinión
- BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS, 12/09/2010
El descubrimiento de que el único dinosaurio jorobado encontrado hasta ahora en el mundo vivió en nuestro suelo patrio, dice mucho sobre lo que ha sido, es y será España. En otros lugares se han encontrado primeros especímenes de grandes depredadores, de los primeros dinosaurios que iniciaron el vuelo, de los que comenzaron a cambiar las escamas por las plumas, pero fue aquí done evolucionó el primero y quizá único jorobado.
Seguro que ya en aquella época había pequeños dinosaurios que se pasaban el día molestando al gran Concavenator corcuvatus, con preguntas sobre si los huevos (no hay que olvidar que los grandes saurios eran ovíparos) eran suyos o si se los había regalado algún corrupto Tiranosaurio Rex. Harto de las preguntas, que nunca jamás respondía, debió intentar escapar rumbo a zonas menos pobladas como la serranía conquense, donde acabo sus días como tranquilo registrador de la propiedad, perdón que se me ha ido el Mariano al cielo, quería decir, como presidente de la comunidad de grandes depredadores de sangre fría, muy fría.
Aunque hay que reconocer que molestos y preguntones hay en todas partes. Miren ustedes en Bélgica la que tienen montada con la tontería de sacar a la luz los casos de pederastia de curas católicos. Toda la sociedad revolucionada por apenas cinco centenares de denuncias y algo más de una decena, que se sepa, de suicidios de jóvenes que no supieron digerir la situación de que un sacerdote, enviado por Dios, los violara. Creo que la actitud de la jerarquía eclesiástica en ese país, reconociendo el error (el error de que se hayan hecho públicas las violaciones), debería vastar para olvidarse del asunto. Pero no, ahí siguen, persiguiendo incluso al propio ex obispo de Bruselas, que se ha visto obligado a dejar su diócesis por haber violado durante años a su sobrino. Y suerte que la Iglesia, organismo comprensivo donde los haya, no le ha quitado la mísera pensión de 3.000 euros al mes, que si no fíjense ustedes la desgracia que le podrían haber causado a este pobre servidor de Cristo.
Menos mal que estas cosas en España no pasan. Porque aquí, los sacerdotes, como todos los que han ido a colegios religiosos saben, han sido siempre extremadamente escrupulosos en el trato con los niños. Como muestra de la devoción que siento por nuestra Iglesia, cada año mi santa esposa y yo hacemos un recorrido por diversos templos cristianos de nuestra geografía. Me permito incluirles, por una vez, una fotografía tomada este verano de una preciosa escultura que adorna la fachada de la iglesia de la población tarraconense de La Fatarella. Apenas he encontrado información del escultor, pero asegura su biografía que fue, sin duda, a un colegio de curas.
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