Sábado, 13 de Noviembre de 2010 - Actualizado a las 04:17h.
EL nuevo programa nuclear acordado por Francia e Inglaterra la semana pasada despierta los fantasmas de la carrera armamentística. No podemos permitir que la Federación Rusa siga estimulando la industria de guerra de nuestros adversarios, sin haber enseñado los dientes en algún momento de la partida.
Para entender esta difícil situación estratégica, las caricaturas Colin Powell ya no son necesarias. Cada vez, más países se están interesando por el desarrollo de tecnología atómica en regiones tan inestables como poco amistosas. Hasta aquí todo claro, la justificación de la alianza anglo-francesa tendría cierta base, aún así… ¿Cuánto va a costar todo esto? El acuerdo incluye la construcción de carísimos centros de desarrollo a ambos lados del Canal de la Mancha, justo cuando se suponía que las economías europeas carecían de fondos para mantener el nivel de vida actual. Puede que la fabricación de armas sea una salida a la crisis, siempre lo ha sido, y que la opresión sobre ciertos países africanos continúe proporcionando las materias primas necesarias a precio de saldo, pero las cuentas no salen.
Los gobiernos conservadores no sólo desean minar el sistema del bienestar, sino que se preparan para gastar todo ese dinero en asuntos que no suponen una mejora en nuestra calidad de vida. ¿No nos habían dicho que era imposible mantener tanto funcionario? Para que no haya demasiadas preguntas, se necesita echar mano de un tratamiento infalible: el miedo. Volveremos a las viejas ideas de una sociedad cercada, hostigada desde todos los frentes por enemigos que podrían destruirnos mañana mismo; fue así como entramos en Iraq y nos empantanamos en Afganistán.
Esta nueva teoría de la amenaza, aunque basada en hechos reales, es capaz de permitir la inversión multimillonaria en programas nucleares mientras se privatizan servicios sociales. No hablamos de fantasías sino de realidades: mientras Cameron y Sarkozy juegan a la insolidaridad económica, sus agendas continúan llenándose con dinero público.
Jaime Aznar Auzmendi
Historiador
No hay comentarios:
Publicar un comentario