domingo, 20 de junio de 2010

Carta abierta a mi querido maricón Eduardo García Serrano


  • Borja María Zallana de los Acebos BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS, 20/06/2010
El Rincón del Neocon

Querido Eduardo García Serrano, quiero desde esta humilde columna ofrecerte la ayuda que necesitas en estos difíciles momentos que estás viviendo. Desde lo que le dijiste a la consejera Marina Geli, no he dejado un solo día de seguir las noticias que te hacían referencia, y de ver una y otra vez el programa “El gato al agua” en el que la insultaste y el siguiente en el que te bajaste los pantalones hasta los mismísimos tobillos. Buscándolos en internet me han ido apareciendo, es lo que tiene la red, otros programas tanto de radio como de televisión, de los que también has sido protagonista, y he observado que hay un elemento común en casi todos ellos, que me ha dado la pista sobre lo que te ocurre y sobre la ayuda que necesitas; el elemento común es la obsesión por llamar maricón a cuanto enemigo se te pone por delante. Se lo has llamado a Zerolo a Antonio Gala (“viejo maricón”) y a muchos otros de los que jamás habría dudado de su hombría.
Sé poco de psiquiatría, pero en el afán por ayudarte he aprovechado estos días, que no tenía excesivo trabajo en el partido, para consultar a diversos expertos y todos ellos me han indicado que la homofobia suele esconder en casi todos los casos a un homosexual reprimido. Así que, mi muy estimado Eduardo, debo advertirte sobre algo que quizá no te hayas atrevido ni tan siquiera sospechar: eres maricón.

No creas que me atrevo a llegar a esta aseveración sin haber estudiado el tema con la profundidad y gravedad que merece,pero me temo que no hay otra conclusión posible y a las pruebas me remito. Si uno observa con atención el programa en el que pides disculpas a la “guarra” de Marina Geli, se observan varios elementos que no admiten duda. En primer lugar, cada vez que le pides perdón haces referencia a tu condición de hombre (algo que resulta evidente y que no necesitaría de esa redundancia a no ser que tu propio subconsciente lo pusiera en duda). Tras recalcar tu hombría y catolicismo (por cierto, ¿era necesario, con la que está cayendo, repetir constantemente lo de que eres católico justo cuando te estás refiriendo a sexo y niños?), dices que es algo que no se debería llamar nunca a una mujer, te refieres con ello a las expresiones: “guarra”, “puerca” y “zorra repugnante”. Y yo me pregunto, si esas expresiones nunca se le deben dedicar a una mujer, ¿quiere ello decir que sí son utilizables con un hombre? Eduardo de mi corazón, me preocupa enormemente que cuando piensas en usar esas expresiones te vengan a la cabeza situaciones con hombres. No puedo imaginarte diciéndole algo así a otro hombre vestido, por ejemplo, con un corsé rojo, porque eso significaría el fin de nuestro Mundo.

Me pregunto también, querido Eduardo, qué tipo de lecturas deben ser tus preferidas para que sepas tantísimo sobre las orgías romanas con niños, porque para no haber tenido preparado el tema, hay que ver con qué detalle conocías el asunto, usando incluso expresiones en correctísimo latín. Claro que quizá no se trate de lecturas y se deba a tu conocida afición por las
películas de gladiadores.

Siguiendo con el análisis de tu disculpa, haces referencia al presidente de Intereconomía, Julio Ariza, como: “Un acogedor y fuerte roble navarro que todos los que somos de la tierra, cuando acudimos al reino, abrazamos”. Si el fuerte y acogedor roble navarro al que abrazas siempre que puedes es además velludo, debo advertirte que en el argot homosexual es lo que se conoce como “oso” o, en inglés, “bear”. Y continúas tu sarta de innecesarias disculpas, haciendo alusión a tu padre que desde el cielo debe sentir vergüenza por ti. No hace falta ser un experto en Freud para sacar conclusiones sobre la importancia que tiene la figura autoritaria de un padre, en el desarrollo de una personalidad homosexual.

Pero, sin duda alguna, la prueba más evidente de lo descubierto, dejando al margen las camisas rosas de cuello blanco, es la propia disculpa en sí. Un hombre español de derechas, es decir: ¡un hombre!, jamás se disculparía ante una mujer y mucho menos si es catalana y socialista. Y, desde luego, mucho menos lo haría con ese lloriqueo lastimoso del que hiciste gala, que te llevó a arrastrarte ante los anunciantes de la cadena que te da de comer, suplicándoles con lágrimas en los ojos que no retiraran su patrocinio.

Nosotros también sentimos, como tu padre, vergüenza por lo que has hecho y en lo que te has convertido, pero no por ello dejamos de quererte. La buena noticia es que tu problema tiene solución y la mala es que la solución la tiene la consejera Marina Geli. Precisamente estos días se ha publicado que la conocida “puerca” consejera de sanidad catalana, “fabricante de degenerados”, como tú la calificaste, subvenciona desde su departamento una clínica en Barcelona que, entre otros milagros, asegura poder curar a los maricones como tú. Si acepta tus disculpas aprovecha para pedirle plaza. El tratamiento es largo y no aseguran la curación, pero al menos estarás entre gente con la que te entenderás mejor que con esos machotes de Intereconomía que te obligan a arrastrarte así para evitar una denuncia.


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