jueves, 7 de abril de 2011

Catolaicismo

El blog de Lluís Bassets 


06 abril, 2011 - Lluís Bassets



Ideas muy parecidas a las que han servido en España para atacar al laicismo, con el objetivo de preservar el resto de privilegios que mantiene la Iglesia católica, son las que sirven en Francia para defender al laicismo con el objetivo de excluir a los ciudadanos musulmanes. Es una curiosa paradoja la que nos ofrece un mismo conservadurismo reaccionario de dos países vecinos, en su reivindicación de una Europa cristiana como señuelo electoral dirigido a las actitudes de repliegue identitario, al miedo a la globalización y a la demanda populista de sistemas de limitación de derechos para extranjeros, foráneos o ciudadanos ‘distintos’. Esta actitud ideológica tiene nombre y lo he encontrado en boca del pastor Claude Baty, el presidente de la Federación Protestante de Francia: es la ‘catolicidad’, que quiere decir una exigencia de laicismo para las religiones consideradas ajenas y una defensa de las ventajas para la religión propia, la católica, naturalmente.
Segunda paradoja: mientras las autoridades religiosas francesas de todas las religiones, católica incluida, se comprometen en la defensa de la diversidad y del respeto, es la máxima autoridad política, el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, el más ‘catolico’, obsesionado como está por disputar al Frente Nacional de Marine Le Pen la exhibición de prejuicios contra los musulmanes. Sarkozy sigue en esto una pista ya veterana, en la que estaban los teocons, ateos del Papa o ateos devotos, o cualquiera que sea la denominación para un cierto tipo de supremacismo cristiano y eurocéntrico, obsesionado en la concurrencia ideológica y proselitista con el islam. A ellos se debe el veto del ingreso de Turquía en la Unión Europea, la pugna por incluir una mención a las raíces cristianas de Europa en los tratados de la UE y una contribución militante a la idea de un enfrentamiento de civilizaciones inevitable entre cristianismo e islam. Tercera y la más actual de las paradojas es que el debate sobre la laicidad y el islam planteado por Sarkozy se celebre en estos meses de revueltas democráticas en los países árabes, en las que se ha expresado una voluntad modernizadora de las sociedades que alcanzará indefectiblemente a las prácticas religiosas. Se dará así la circunstancia de que la adecuación de la religión a las exigencias del Estado de derecho y de las sociedades democráticas se producirá por iniciativa propia de sus ciudadanos y no siguiendo las admoniciones y amenazas proferidas por los militantes de otra religiones americanas y europeas. Este fracaso teocon tiene su exacto paralelismo en el fracaso neocon en la implantación de la democracia a través de la imposición por las armas.
Hay un laicismo que es necesario defender en Francia y en España por igual, frente a los fundamentalistas de todo bordo y a quienes quieren utilizar la religión para provecho propio y para la exclusión del otro. Una de las mejores definiciones que tengo a mano es la que ha hecho estos días el Gran Rabino de Francia, Gilles Bernheim: “La laicidad no es una doctrina, todavía menos es la religión de los que no tienen religión, sino que es el arte de vivir todos juntos”.
(Enlaces con Le Nouvel Observateur y Le Monde, de donde he recogido respectivamente las ideas de Betty y de Bernheim).

 http://blogs.elpais.com/lluis_bassets/2011/04/catolaicismo.html#more

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