- VICENÇ NAVARRO, 02/08/2010
Una de las ideas más dañinas que las derechas en la Unión Europea (Merkel, Sarkozy, Rajoy) están proponiendo es incluir una enmienda en la Constitución de sus países que prohíba al estado tener déficits públicos. Se argumenta que los estados tienen que comportarse como las familias y que, por lo tanto, no deben gastarse más de los que ingresan. Esta postura, ampliamente extendida en medios conservadores y neoliberales, se basa en varios errores. Uno de ellos es que desconoce el comportamiento económico de las familias. En realidad, las familias se endeudan constantemente. Muy pocas son las familias que cuando compran una vivienda o un coche, por ejemplo, pagan su coste total en efectivo. La mayoría se endeuda. Sin endeudarse, las familias no podrían mantener sus niveles de vida. Pues lo mismo ocurre con el Estado. De ahí el déficit y la deuda pública.
Pues lo mismo ocurre en el caso de los Estados. Los estados pueden endeudarse para pagar los recortes fiscales que benefician a los ricos (como ha ido ocurriendo en gran parte de los países de la UE, incluyendo España, donde las reformas fiscales regresivas han beneficiado a las rentas altas y al mundo financiero y empresarial, siendo ello una de las causas del crecimiento de la deuda pública. (Ver mi artículo “Las políticas Fiscales Neoliberales, Público. 08.07.10). Esta es una deuda no productiva, pues se ha generado para proteger las rentas de los ricos. Pero los estados pueden endeudarse para invertir en infraestructuras físicas y sociales necesarias para incrementar la productividad, el crecimiento económico, la creación de empleo y el estándar de vida presente y futuro. De ahí que en caso de que el Estado no se endeudara para hacer estas inversiones, el estándar de vida de los hijos sería peor que el de sus padres, punto en el que es preciso insistir, pues los que quieren eliminar el déficit y la deuda siempre subrayan que tener una deuda elevada es penalizar a los hijos, que tendrán que pagarla. Es al revés, sin tales inversiones, no se mejorará el país en el que vivirán nuestros hijos y nietos.
Estos puntos elementales, que se enseñan en los cursos introductorios en las Políticas Públicas, se ignoran constantemente por economistas y políticos neoliberales, que asumen que todos los déficits y todas las deudas públicas son malos. Y de ahí su erróneo consejo de que hay que eliminarlos. La realidad, sin embargo, es distinta al dogma neoliberal. Y, tal como está la economía, la reducción del déficit y de la deuda pública hará mucho daño, pues su disminución facilitará la recesión. En este momento que la demanda de productos y servicios es muy escasa (consecuencia de la crisis económica y financiera), es urgente e importante que haya una demanda pública a base de aumentar el gasto público, incluso a costa de aumentar el déficit y la deuda pública.
Pero existe otro error que las derechas hacen y es que, además de desconocer la necesidad de endeudarse que tienen las familias, ignoran que el estado puede imprimir dinero y las familias no. Ahí hay una diferencia mayor. Una función de los Bancos Centrales ha sido precisamente la de imprimir dinero. Esta situación ha cambiado con la introducción de España en la eurozona. A partir de entonces, es el Banco Central Europeo el que imprime el dinero y lo presta a los bancos pero no a los estados (situación que ha cambiado recientemente), siendo el único Banco Central entre los Bancos Centrales de las grandes economías que no tiene tal responsabilidad. Tanto el Banco Central Estadounidense (The Federal Reserve Board) como el Banco Central del Japón, o el Banco Central de Gran Bretaña, imprimen dinero que los estados utilizan para pagar sus deudas. De ahí que el tamaño de la deuda pública no es el indicador más importante del endeudamiento público de un país, pues la única deuda de la que el estado tiene que pagar intereses es la que se llama deuda neta, es decir, la deuda pública (los bonos del Estado) que generan intereses que el Estado debe pagar a los inversores privados que la poseen. De ahí se deriva que la información más importante no es la deuda bruta (que es la que constantemente se cita), sino la deuda neta. Japón tiene una deuda bruta que representa el 225% del PIB, y en cambio tiene que pagar unos intereses de sólo un 2% (España tiene que pagar unos intereses del 3,6%), y ello como consecuencia de que la deuda neta es muy inferior a la bruta. De ahí el error de querer bajar la deuda y el déficit, sin entender que tanto el déficit como la deuda son entidades y conceptos más complejos de lo que las derechas parecer ser conscientes.
Por muy elevado que parezca el déficit público en España (y no lo es, pues está por debajo del promedio de la UE-15), éste no es el mayor problema que tiene nuestro país, pues el tamaño de la deuda neta es relativamente menor en España. El problema mayor de España es el escaso crecimiento económico y el elevado desempleo. Y ello empeorará con las medidas de austeridad de gasto público (incluyendo gasto público social) y con la desregulación de los mercados de trabajo. Lo que se requiere es un crecimiento del gasto público para estimular la economía y crear empleo. Tal crecimiento será el que absorberá el déficit, disminuyéndolo (ver informe alternativas-a-la-austeridad-fiscal-en-españa y mi artículo “Otras políticas públicas son posibles y necesarias”, Sistema. 29.07.10). De ahí que la aprobación de la propuesta del PP sería una medida enormemente negativa que imposibilitaría a la economía española de poder responder a las recesiones que periódicamente ocurren en la vida económica de un país.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
www.vnavarro.org
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