Por Ignacio Escolar
“Nos estamos miopizando”, explica un importante oftalmólogo, Borja Corcóstegui, en unaentrevista en La Vanguardia. “Nuestra visión está cada vez más concentrada en un entorno más pequeño, y por eso bioevolutivamente tendemos a la miopía, como las culturas más avanzadas”. Así que el progreso era esto: mirar amaneceres de mentira en el salvapantallas del ordenador porque ya no podemos ver el horizonte. En la prensa también nos pasa, y de la miopía que produce la urgencia o la cercanía están las hemerotecas llenas. Por eso se agradecen algunas noticias sobre España desde el extranjero. Porque hay cosas que sólo se ven bien desde lejos, cuando se toma distancia.
Por ejemplo: José María Aznar. La revista Foreign Policy lo ha encumbrado como uno de los cinco peores ex gobernantes del planeta. “La mayoría de los ex presidentes dedican sus vidas a intentar mejorar el mundo, o al menos desaparecen en la oscuridad”, dice FP. Aznar es una excepción, según la revista, que retrata al presidente de la FAES con un acertado perfil donde se recuerdan sus mejores éxitos: sus mentiras sobre el 11-M; sus cerriles argumentos contra el cambio climático (llamativos, si tenemos en cuenta que el marido de la concejal de Medio Ambiente firmó el Protocolo de Kyoto); su irresponsable defensa del alcohol al volante; sus críticas racistas al “exotismo” de Obama; o su enojo porque ningún musulmán le haya pedido disculpas por la invasión de la Península, hace trece siglos de nada.
La miopía es así: se ve bien de cerca y mal de lejos. Se pierde la perspectiva. Así que tampoco sorprende que Aznar presumiese ayer de que España sólo ha ido bien con su Gobierno. Normal que él lo vea así, si sólo es capaz de enfocar con precisión cuando se mira su musculado ombligo.
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