sábado, 27 de agosto de 2011

¿Quien y por qué ostenta el poder en la sociedad?

Por: Tete Tet el 24/08/11

Las desigualdades entre los miembros de una sociedad no son ni más ni menos que las proyecciones de las relaciones de poder que existen entre ellos. Tete Tet intenta explicarnos el motivo por el cual hay quien tiene más poder que los demás.

¿Quien y por qué ostenta el poder en la sociedad?
La imagen es de Tete Tet
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Las sociedades en las que vivimos los humanos consisten fundamentalmente en un entramado de interrelaciones que forman el tejido social. En teoría, estas series de interrelaciones pueden darse perfectamente dentro de un marco de igualdad, donde cada uno de los componentes de la sociedad tiene la misma capacidad de decisión. En la práctica, sin embargo, dentro de este tejido se forman puntos en los que se acumula el poder, definido como la capacidad para decidir sobre los acontecimientos que afectan a un número más o menos amplio de miembros de la sociedad.

Los puntos de poder tienen la capacidad de distorsionar el tejido social, produciendo alteraciones en la naturaleza de las relaciones que lo constituyen y dando lugar al establecimiento de jerarquías que se podrían definir como interrelaciones en las que existe un gradiente de poder. Otra característica de estos puntos de poder es que tienden a atraerse entre ellos, convergiendo hasta formar agrupaciones o esferas de poder. Por último, cuanto mayor es la esfera de poder, mayor es la distorsión que produce en el tejido social. A lo largo del tiempo, el acúmulo de poder da lugar a las enormes desigualdades sociales que percibimos diariamente a nuestro alrededor.

Las desigualdades entre los miembros de una sociedad no son ni más ni menos que las proyecciones de las relaciones de poder que existen entre ellos. El estatus social es el reflejo del lugar que se ocupa dentro de la jerarquía de poder. Las posesiones (coches, terrenos, móviles de tercera generación), son la visibilización externa de estas relaciones de poder. El dinero es la representación tangible de la distorsión en el tejido social.

La primera pregunta que cabe hacerse con respecto a todo esto es cómo surgen estos puntos de poder dentro de la trama social. Yo creo que existen dos maneras: por apropiación indebida y por cesión.

La primera consiste en la usurpación de poder, es decir, la adquisición ilegítima de capacidad de decisión por parte de algún o algunos miembros de una sociedad, desposeyendo así a otros de ella.

El ejemplo más fácil de esto sería la esclavitud, pero la usurpación de poder va desde el la instauración del patriarcado con su dominación del hombre sobre la mujer hasta el establecimiento del sistema capitalista, pasando por la invención de la religión como herramienta legitimadora.

La legitimación de la apropiación indebida de poder es absolutamente necesaria ya que solamente se da mediante la violencia y por lo tanto es percibida inequívocamente como injusta por todos los miembros de la sociedad. La perpetuación del poder usurpado no es posible sólo mediante la represión de las voces que exigen justicia, ya que esto origina tensiones que con el tiempo dan lugar a conflictos. Es necesario justificar esta apropiación de poder, es decir, trastornar el origen ilegítimo de la misma hasta hacer que parezca justo a los ojos de la sociedad.

El papel de la religión como conjunto estructurado de creencias al servicio de la justificación de relaciones de poder ilegítimas, tiene un origen relativamente sencillo. Parte de la idea de un ser sobrenatural, es decir un ser que se sitúa por encima de la naturaleza con lo que automáticamente se impone una estructura de arriba-abajo anteriormente inexistente. Además es un ser todopoderoso, lo que quiere decir que acumula en sí mismo todo el poder de decisión sobre el mundo que preside desde su posición arriba. También es un ser masculino, bien en su origen o bien como resultado de un proceso de metamorfosis de un ser femenino inicial que forma parte de la cultura espiritual del grupo humano. Este ser superior se comunica con los seres inferiores mediante una serie de elegidos, a través de los cuales dicta leyes que explican cómo tienen que desarrollarse las relaciones dentro del grupo social. A medida que el tejido social evoluciona y las relaciones se hacen más complejas, la religión adquiere la condición de superestructura psicológica íntimamente entrelazada con la cultura de grupo, a la que modifica según convenga. De ahí la aparición de conceptos como ser creador (al que hay que estar agradecido por el mero hecho de existir), pecado original (mala suerte, se nace con él), redención (hay que purgar el pecado original acatando de las leyes divinas), infierno (donde se va si no se acatan esas leyes) y un largo etcétera.

La otra forma de generación de puntos de poder es la cesión voluntaria. Los componentes de un grupo social cuentan con la posibilidad de ceder parte de su capacidad de decisión a otro u otros miembros siempre y cuando con ello se consiga un beneficio para el conjunto del grupo. La idea de democracia parte precisamente de esta premisa, es decir, la transferencia de capacidad de decisión desde la sociedad hasta un grupo de elegidos para la consecución de un mayor beneficio para todos.

Los conceptos de fondo de inversión y de lobby político también parten de esta cesión de poder sobre otros para consecución de beneficio, con la particularidad de que en este caso es exclusivamente económico, mientras que en la idea de democracia lo que se persigue es también bienestar social.

La persona o personas elegidas para detentar este poder cedido deben cumplir una serie de requisitos que justifiquen la confianza que el resto de la sociedad deposita en ellas. En general deben de ser personas con unas cualidades humanas excepcionales que les hagan dignas de esa confianza que se les otorga. Entre estas cualidades estarían la honradez, la transparencia, el sentido de la justicia, la capacidad de trabajo, la entrega al servicio de una causa por encima del interés propio… Desgraciadamente, muchos de los políticos a los que hoy en día entregamos lo que nos queda de poder de decisión están muy lejos de esta descripción ideal.

El sentimiento general es que el estado de las cosas es como es y a fin de cuentas da igual quien mande, por voluntad o por fuerza, y que a pesar de revoluciones pasadas y presentes, los cambios en el sistema terminan en algo más cosmético que estructural, con transvase de poder de unas manos que no se lo merecen a otras que acaban por no merecérselo.

Sin embargo las cosas no tienen que ser como son. Este estado de las cosas no es inmutable. La historia de la humanidad es precisamente un catálogo de cambios en el orden de las jerarquías sociales establecidas. Tampoco el sistema que tenemos es lo que tiene que ser o la única manera posible que los humanos tenemos de relacionarnos. El comunismo, por ejemplo, tenía como idea en origen la devolución de poder de decisión a los miembros de la sociedad que habían sido desprovistos de él. Dentro de la religión, la Teología de la Liberación, es otro ejemplo de intención de cambio en el orden aceptado de las cosas. El problema es que los puntos de poder tienden a agruparse y además no entienden de fronteras nacionales o geográficas, de manera que una vez formados es muy difícil disgregarlos por la atracción que existe entre ellos y por las reacciones defensivas y de interferencia que se producen ante cualquier amenaza de división dentro de una esfera de poder. Pero eso no significa que no sea factible.

¿Difícil? Sí. ¿Complicado? Sí. Pero no imposible.

http://www.canalsolidario.org/noticia/quien-y-por-que-ostenta-el-poder-en-la-sociedad/27239

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