lunes, 7 de mayo de 2012

La otra cara de la labor ‘asistencial’ de la Iglesia: imputado por abusos sexuales el responsable del Teléfono de la Esperanza

El acusado, miembro de la orden de los capuchinos, lleva años de denuncias.- La diócesis de Cartagena pide respeto a la presunción de inocencia

L.A. | 07/mayo/2012
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El Teléfono de la Esperanza es una ONG vinculada a la Iglesia católica con presencia en buena parte de España y Latinoamérica. El presidente nacional e internacional de la Asociación de Teléfonos de la Esperanza y miembro de la orden de los capuchinos, Jesús Madrid Soriano, fue detenido hace unos días y ahora está imputado judicialmente por un presunto delito de abusos sexuales.

Madrid, que también dirige el Teléfono de la Esperanza en Murcia, fue detenido tras una denuncia interpuesta por la Federación de Mujeres de la Región de Murcia en nombre de tres de sus pacientes, según ha difundido Europa Press. Denunciaron que, valiéndose supuestamente de su posición y del delicado estado emocional y psicológico en el que se encontraban las mujeres, habría abusado de esas tres mujeres.

“Alta estima” desde la diócesis de Cartagena
Tras ser interrogado y puesto en libertad, Madrid ha sido ahora imputado en relación a esos posibles delitos. La Diócesis de Cartagena se ha apresurado a emitir una nota oficial en relación a la acusación de abusos sexuales al capuchino subrayando que el Teléfono de la Esperanza se trata de una ONG “civil” y que la Iglesia tiene en “alta estima” su papel. Apuntan asimismo que la Iglesia “siempre se sitúa del lado de los derechos de las personas, por eso, si bien pide con las víctimas el esclarecimiento de los hechos, también reclama para el acusado la presunción de inocencia hasta que, como resultado de la investigación policial y judicial, se dicte sentencia”.

La Iglesia lleva años tapando las denuncias
El periodista Pepe Rodríguez, en el libro de 2003 ‘La vida sexual del clero’, advertía de las insistentes denuncias contra Madrid y recogía testimonio de presuntas víctimas. El volumen denunciaba la pasividad de la diócesis murciana ante las crecientes sospechas y apuntaba que el provincial de los capuchinos “quitó importancia al asunto diciendo que los murcianos son muy provincianos y que se asustaban por cualquier cosa y que él, en Madrid, también hacía ese tipo de terapia y no pasaba nada”.


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