jueves, 13 de enero de 2011

El arzobispo que justificó la violencia contra las mujeres que abortan alaba ahora ¡la "humanidad y tolerancia" de los Reyes Católicos!

13/01/2011
La jerarquía eclesiástica es capaz de los más absurdos sofismas
El pasado día 2 de enero tuvo lugar en Granada la tradicional fiesta de la Toma en la que se conmemora la conquista de la ciudad en 1492 por las tropas de los Reyes Católicos. Una celebración contestada por los sectores más progresistas de la población que cuestionan que se conmemore un evento de tales características en pleno siglo XXI, cuando parecen haberse borrado las fronteras y la integración de culturas es un hecho constatado.

Monseñor Francisco Javier Martínez en una imagen de archivo (EFE)
La guinda de un amargo pastel En esta ocasión, la guinda de un pastel de tan dudoso gusto la han puesto las declaraciones del arzobispo de la ciudad,Monseñor Francisco Javier Martínez quien durante su homilía en la catedral no se recató en asegurar que de todas las guerras de conquista que en el mundo han sido, la de los Reyes Católicos fue "la más extraordinaria, exquisita y humana” y que “comparada con otros fenómenos, estuvo marcada por una extraordinaria humanidad y gestos de amor a las personas a las que se incorporaba a la comunidad de la corona española”. 

Un prelado polémico No hace falta ser un profundo conocedor de la historia de España para advertir lo descabellado de tal afirmación. Claro que tampoco debería sorprender demasiado en boca de Monseñor Martínez. El prelado ya escandalizó a la opinión pública en 2009 cuando, durante el debate parlamentario de cara a regular la ley del aborto, justificó cualquier abuso sexual sobre una mujer si la víctima estaba dispuesta a abortar. Es más, cuando el arzobispado quiso dar una explicación plausible a sus palabras se limitó a decir que éste se refería” a que si la madre es capaz de matar a su propio hijo, el varón tiene entonces autoridad absoluta para hacer lo que quiera con ella y con su cuerpo". Una explicación que lógicamente no hizo más que agravar la cuestión. 

Repasando la historia En este caso tampoco será fácil justificar las palabras de Monseñor Martínez. Para ello deberían obviarse nada menos que siglos de investigación histórica. Porque, por si Monseñor lo ignora, a los Reyes Católicos se debe la instauración, en 1478, del Tribunal de la Inquisición en Castilla al que dudosamente podría calificarse de ejemplo de tolerancia. Éste se sumó al de Aragón, vigente desde 1248, con lo que el Santo Oficio se convirtió en la única institución común a ambos reinos y por tanto un instrumento de primer orden a la hora de unificar el territorio y reforzar el poder de la corona. 

Conversiones obligadas Poco después, en 1492, el mismo año en que se “tomó” Granada, se conminó a los judíos a convertirse al cristianismo bajo amenaza de ser expulsados de los reinos hispanos y otro tanto sucedió con los musulmanes. Es más, la intolerancia real cruzó fronteras ya que, a la hora de concertar el matrimonio de su primogénita con el rey Manuel I de Portugal, los Reyes Católicos pusieron como condición que previamente se forzara la expulsión de judíos y musulmanes o, de lo contrario, se les expulsara de territorio luso. 

Eso por no hablar de la operación de acoso y derribo que llevaron a cabo en la propia ciudad de Granada donde se derrocó la mayor parte de la ciudad musulmana para reedificarla según los cánones de los conquistadores. Entre otros soberbios edificios cayó, piedra a piedra, la mezquita mayor en cuyo solar se levantó la espléndida catedral renacentista en la que quisieron ser enterrados los monarcas. 

Buenos y efímeros propósitos Cierto que se dirá que, en un principio, las capitulaciones de Granada contemplaron una serie de medidas excepcionalmente tolerantes como permitir que la administración de justicia se impartiera conjuntamente por jueces musulmanes y cristianos, o que el ayuntamiento y otras instituciones fueran mixtas. Pero esa tolerancia inicial duró muy poco. Exactamente hasta la implantación en 1499 de un provisional Tribunal de la Inquisición en la ciudad para forzar el mayor número de conversiones posibles. Fue entonces cuando se quemaron todos los libros relacionados con la religión musulmana y que culminó en febrero de 1502 cuando se obligó a los mudéjares granadinos a decidir entre la conversión al cristianismo o la expulsión. 

Más que una opinión, una falacia Evidentemente estos datos desmienten las palabras de Monseñor Martínez inspiradas sin duda por la nostalgia que la unión de Iglesia y Estado perseguida por Sus Católicas Majestades y revivida bajo la Dictadura, invade al arzobispo y a aquellos que comparten su pensamiento. Obsesionada por no perder su poder, la jerarquía eclesiástica es capaz de los más absurdos sofismas. Olvida que, faltando a la verdad, su estrategia puede volverse contra ella. Y, al quedar al descubierto sus cartas, dejar en evidencia sus turbias intenciones. Unas ambiciones que, sin duda, están muy alejadas del espíritu evangélico que pretenden predicar. 

María Pilar Queralt del Hierro es historiadora y escritora

http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=54563

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