TRIBUNA:
ANTONIO ELORZA 18/07/2011
La derecha repite hoy los argumentos franquistas para legitimar el levantamiento militar
En España esto no está sucediendo, y la responsabilidad ciertamente no recae sobre el trabajo de los historiadores, desde distintas orientaciones y en áreas diversas. Entre tantas otras aportaciones, pensemos en las indagaciones casi policiales que han llevado a Ángel Viñas a adelantar un día la fecha de sublevación, centrándose en el verosímil asesinato franquista del general Balmes en Canarias, un obstáculo menos, en su reconstrucción de la España republicana en guerra o, de otro lado, en la línea de estudios sobre la violencia abierta por González Calleja.
De forma discreta, la Ley de Memoria Histórica proporcionó un aval del Estado para restablecer un equilibrio que a los demócratas les había sido negado en cuanto al reconocimiento de su papel en esa historia trágica, con una proyección bien concreta sobre el tema de los asesinados sin tumba. Al estudio pormenorizado de la represión franquista, diseñada de antemano y prolongada durante décadas con decenas de miles de muertos, lo que confirma la idea de un genocidio, siguió el esfuerzo de los descendientes por recuperar los restos de las víctimas de la "operación quirúrgica" anunciada por Franco desde noviembre de 1935. Faltó solo que ese esfuerzo se viera acompañado por la sugerencia de Ian Gibson: que la verdad y el dolor fueran asumidos por todos y para todos, que al lado de las trece rosas fueran sentidas las víctimas de la cárcel Modelo o Paracuellos. Manuel Azaña dio aquí una pauta de la cual la izquierda nunca debió apartarse. Otra cosa son las responsabilidades.
Más grave resulta que amplios sectores de nuestra derecha, esgrimiendo además la idea de una reconciliación entre españoles contra la Ley de Memoria Histórica, se hayan lanzado a repetir los argumentos franquistas para la legitimación del levantamiento militar. La satanización de Garzón, y la consiguiente celebración de su encausamiento, se hicieron en nombre de una visión del 36 que llevó ya a pensar en un alineamiento consciente con los vencedores. Todo análisis de la política republicana, de sus proyectos, ideas y frustraciones, ha sido sustituido por la descripción de un museo de horrores en que la República habría consistido de principio a fin. Los generales alzados, y sus comportamientos criminales desde el primer momento, desaparecen del mapa. Fueron simples instrumentos de una necesidad histórica que les obligaba a poner orden. Gil Robles o Calvo Sotelo no eran sino buenos ciudadanos que como notarios levantaban acta de un desastre, cuya eliminación correspondió a la espada.
De fascismos en Europa, de lo ocurrido en Alemania o en Austria, de lo que esa derecha proponía e impulsaba, de los pistoleros falangistas, ni palabra. Como además los malos de la película, caso concreto del crimen que costó la vida a Calvo-Sotelo, podían ser para el relato y en exclusiva los socialistas de la época, miel sobre hojuelas. Pueden matarse dos pájaros de un tiro, al destruir la imagen del PSOE como partido democrático y reemplazarla por la de heredero de una organización que ejecutó y avaló el crimen político. Aquí sí que respecto de la derecha democrática europea, por desgracia, Spain is different.
Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Julio/36/demasiado/cerca/elpepiopi/20110718elpepiopi_5/Tes
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